26 mar 2011

Guía de la Semana Santa 2011


GUÍA "EL ALBACEA" de la SEMANA SANTA de MÁLAGA 2011.

Disfruta de un completo itinerario 2.0 para situar las procesiones de manera efectiva. En la Guía "El Albacea" encontrarás dos páginas por hermandad, con los siguientes elementos de información:

-Fotografías de las imágenes titulares.
-Escaleta del itinerario en tramos de 30 minutos.
-Recorrido completo.
-Escudo de cada cofradía.
-Nazarenos de todas las secciones.
-Datos de interés principales: autores de imágenes, tronos, mantos y palios.

Cada jornada de la Semana Santa y las Vísperas cuentan con una guía independiente, para hacerlo más manejable y práctico. Al final de cada una de ellas encontrarás una comparativa de los horarios e itinerarios de todas las procesiones de la jornada.




Para usuarios de iPhone: Descarga el archivo PDF en tu ordenador y luego arrástralo al programa iTunes. Al sincronizar el terminal, el archivo quedará disponible en la aplicación gratuita iBooks (que es necesario tener instalada si se quiere conseguir una óptima visualización). También es posible visualizarlo en otros dispositivos como iPad, iPod Touch, siguiendo el mismo procedimiento. 

Para usuarios Android, HTC, etc: Es necesario instalar un lector de PDF que ofrezca una buena resolución. No se garantiza que la calidad de la imagen sea la misma que en la tecnología Retina Display.






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25 mar 2011

La luz de la Semana Santa

Candelería de María Santísima de la Trinidad, 2010.
Fotografía: Azulyplata.net

-La electricidad no es obra del diablo; tarde o temprano te acostumbrarás...

Escuché estas palabras de boca de una de las doncellas que sirvieron en Downtown Abbey (Inglaterra), casa solariega del Conde de Grantham, en 1912; palabras que, evidentemente, proceden del ámbito de la ficción -estamos citando parte del guión de una exitosa y reciente serie de televisión-. En otro punto de la trama, el excelente personaje de la Condesa viuda de Grantham, Violet Crawley, encarnada por la fantástica Maggie Smith, exclama, horrorizada y cubriéndose la cara con un abanico:

-¡Oh, Cielo santo! ¡Ese fulgor..! (…) No quiero electricidad en la casa; no pegaría ojo, con esos vapores por todas partes...

No puedo contener mi sonrisa al recordarlo, pues en materia de iluminación y Semana Santa me siento tan gozosamente obsoleto como la Señora Crowley, feliz en el tenue resplandor de la cera y en sus temblorosos chisporroteos. Por mucho que la electricidad encarne una de las formas más vívidas de la incursión en los tiempos modernos, no sólo me resisto sino que postulo por reivindicar el para mí bendito anacronismo.

Nuestro Padre Jesús Cautivo, en el Lunes Santo de 2010.
Fotografía: Azulyplata.net

No son pocas las imágenes en Málaga que han sufrido o todavía sufren de la iluminación eléctrica de un modo más o menos directo. El caso más grave, a mi percepción, es el del Señor de Málaga, Nuestro Padre Jesús Cautivo, que retorna con más o menos frecuencia a ser iluminado con un foco de luz blanquecina y situado a los pies. Las facciones se desdibujan y hasta diríamos se muñequizan, toda vez que se trazan en su venerado rostro unas extrañas sombras producidas por los elementos prominentes de su faz; la mirada se distorsiona, ya que al ser iluminada desde abajo y de manera tan intensa adquiere un matiz dramático exacerbado y que en nada corresponde al suave patetismo de su expresión. Las pestañas de pelo natural, a su vez, describen alargadas sombras en los párpados superiores, y algunos aspectos de la policromía se potencian de un modo desagradable, como el rojo de los regueros de sangre que se hacen excesivamente visibles.

Este efecto desacralizador -las imágenes así alumbradas suelen perder un cierto punto del aura piadosa que las envuelve- afecta o ha afectado a muchas otras imágenes, en mayor o menor medida en relación proporcional casi directa a los watios utilizados. En el caso de imágenes de la Virgen es especialmente intenso, por cuanto las manos en actitud dialogante crean de este modo unas extrañas sombras que emborronan el primoroso trabajo del vestidor. Las candelerías no son siempre de cera, y cuando las velas son de parafina se observa un consiguiente efecto general mucho más pobre; sumémosle el hecho de que en algunas cofradías volver a encender los cirios parece ser una tarea pesada, incluso en casos en que hay una persona destinada en exclusiva para ello.

Muy recientemente -en esta cuaresma- escuchaba en radio al Hermano Mayor de la Archicofradía del Paso y la Esperanza, que se planteaba la posibilidad, a requerimiento de un grupo de hermanos, de incorporar más luz en torno a la imagen del Nazareno, pues “en la calle no se ve”. Me asustan, y no exagero, este tipo de planteamientos, que nos han llevado tantos años a desfigurar los hermosísimos rasgos de la dolorosa de Fernando de Ortiz que procesiona la Venerable Orden Servita, por extraer un ejemplo demoledor. Y me asustan, porque entreveo que hay una necesidad imperante de comodidad, de ver un conjunto radiante, alumbrado hasta el más mínimo detalle -esos cajillos con pequeñas bombillas que hacen imposible distinguir los detalles de orfebrería que gustosamente costeamos, esa fibra óptica revolucionaria y novedosa que produce un artificial destello en torno a los detalles de la madera dorada-, prescindiendo de la teatralidad necesaria para lo que es, en definitiva, la Semana Santa: Una puesta en escena. Se prescinde paralelamente del misterioso encanto de la religiosidad popular, que ilumina con cera las calles de la ciudad.

Ah, la ciudad. Ese es otro capítulo. La luz dorada de las farolas de estirpe decimonónica que jalonan calle Larios no deben ser suficientes, como no deben serlo el resto de las que alumbran las calles del centro histórico. No puedo dejar de recordar las palabras de Eloy Téllez o Esteban Ribot, en sucesivos programas de Bajo Palio (Canal Sur Radio), donde se asombraban y con razón del extraño gusto en que incurrimos los malagueños al permitir la proliferación de focos de luz blanca en casi todo el recorrido. En ciertos tramos puede llegar a deslumbrar, y casi parece de día. Con la iluminación consentida a los medios televisivos, los dorados de algunos tronos parecen amarillo cadmio, los blancos de las flores tienen un único matiz, el del blanco nuclear, y casi todas las policromías se vuelven extrañamente rosadas. La distorsión es tan evidente que deteniéndose a apreciar estas retransmisiones podemos atisbar un artificioso azul eléctrico en el cielo malagueño así como en algunos mantos que en realidad están bordados sobre terciopelo azul marino.

Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto
en un trono iluminado por electricidad. 1938.
Sería conveniente recordar que este gusto por la electricidad nos viene casi desde el principio. Son muchos y variados los ejemplos de tronos malagueños que hicieron uso de las bujías desde que tuvieron acceso a la entonces novedosa tecnología. Un caso llamativo es el del trono en que procesionó María Santísima del Rocío (1931), cuyo cajillo contenía gruesos cristales de color morado retroiluminados con más de cien bombillas, para lo cual eran necesarias varias y pesadas baterías. El efecto en la calle no pudo dejar indiferente a nadie, pero dudo que fuese criticado por su excentricidad, ya que eran frecuentes las tulipas esféricas -que sólo podían contener luz eléctrica- y la iluminación por acetileno -que produce una luz tan fija e intensa o más que la eléctrica-.

Me retiro a mi anacronismo, y sueño con una Virgen de Servitas siendo procesionada a la luz de un par de cirios en sus candelabros o unas cuantas tulipas, como antaño. Dejo volar la imaginación y aparece ante mí una Málaga con aterciopelada luz de color ambarino, en la que se dibujan las sombras de un modo difuminado y natural. Presiento la llama de los cirios concediendo esa transparencia como de alabastro en las candelerías, y oteo regueros de fe, visibles en cuanto que verdaderamente alumbran la calle, en las filas de nazarenos de esa Málaga de luz amable.



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21 mar 2011

Un retablo imposible

Nuestro Padre Jesús Nazareno titulado "El Rico"
Fotografía: azulyplata.net

Nos ocupa la noticia reciente de que la Junta de Andalucía prohibe a la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno titulado “El Rico” construir un retablo para sus titulares. Cuando la información se sesga a la carta y sólo se proporcionan los datos que interesan, el objeto de la noticia aparece ante los lectores únicamente como agraviado.

Pongámonos en situación: La cofradía de El Rico, con toda su buena voluntad, ha hecho lo que cabía esperar de ella; esto es, plantear un proyecto en todo momento digno del entorno en que sería construido y de los titulares que en él se albergarían. Es visible el esfuerzo de la entidad por encajar a la perfección en el interior de un templo con varios siglos de historia y zanjar por fin un asunto que lleva pendiente desde la destrucción de buena parte de la ornamentación de la Parroquia de Santiago durante los acontecimientos aciagos de los años 30 del siglo XX. Como bien han señalado a los medios los representantes de esta corporación, la traza del altar toma su inspiración en el modelado expresivamente barroco de las escayolas de Felipe de Unzurrúnzaga, que como sabemos posee en Málaga obras tan emblemáticas como la decoración integral de la Basílica de Santa María de la Victoria, de turgentes y carnosos acantos que proliferaron tanto en nuestra ciudad como en la vecina Antequera.

Esbozo preparatorio de Raúl Trillo para el retablo de Jesús el Rico,
desestimado por la Junta de Andalucía.
Fotografía: Diariosur.es


El esbozo que hemos podido ver estos días, del joven escultor Raúl Trillo -artista especialmente valorado por su imaginería de pequeño formato-, presenta una solución interesante, además de efectiva y respetuosa con el medio en el que se desenvolvería: Pequeño retablo con estructura de serliana, boca de camarín en arco de medio punto y ornamentación vegetal y de rocalla culminada en un remate arquitectónico mixtilíneo con frontones y cornisamentos curvos, enrollados, etc. Presenta también la sustitución de la actual imaginería seriada por otra que, con facilidad, la superará en calidad. Asimismo prevé peana de carrete en el camarín y altar-peana para situar a los titulares de la cofradía.

El problema radica pues en que la Parroquia de Santiago, sí, esa que fundaron los Reyes Católicos y que fue levantada por manos mudéjares, es Bien de Interés Cultural. ¿Y cómo puede perjudicarnos algo semejante, ese reconocimiento a sus valores históricos y artísticos? Los cofrades solemos aludir a nuestra Semana Santa y a la mayor parte de sus bienes artísticos como patrimonio a diferentes niveles, según el caso. La mayoría de ocasiones defendemos la idea de que estos bienes son patrimonio de todos, algo que debe ser preservado para generaciones futuras. Y eso son, inequívocamente, en ello creo al cien por cien.

Ahora bien; recordemos que es habitual reclamarle a las instituciones un alto grado de compromiso hacia nuestro patrimonio. Es legítimo que hagamos responsables a esas entidades que nos gobiernan del estado de tales o cuales edificios y otros objetos históricos y artísticos al que tanto valor les hemos concedido. Cada vez es más frecuente que asuman el porcentaje más alto de las actuaciones de conservación, restauración, reconstrucción y rehabilitación, aplicando en ello cuantiosas inversiones que de otro modo serían imposibles (Iglesias del Sagrario, San Agustín, San Juan, Sagrado Corazón, San Pablo, San Felipe...), con la circunstancia de que la mayoría de esas intervenciones importantes se producen en edificios de la Iglesia Católica, siendo abordadas con fondos que provienen de todos los contribuyentes, ciudadanos de un estado laico y aconfesional.

Es lógico atribuirles a las instituciones esta responsabilidad, tan grande; y que satisfarán el interés común protegiendo esos entornos históricos de posibles actuaciones inadecuadas. Estamos presenciando un periodo en que difícilmente verán la luz empresas como las que, capitaneadas por Jesús Castellanos Guerrero, dotaron a la Iglesia de Santo Domingo de un variopinto plantel de nuevos retablos que venían a solucionar las grandes carencias que presentaba el templo perchelero. Hoy existen criterios, y leyes basadas en estos, con fundamentos de estirpe arqueológica, y se extiende la creencia de que es mucho mejor -para preservar la historia, para trasmitir ese legado- conservar lo que existe o reconstruir de un modo estricto lo que sabemos que existió. Incluso en esto último hay discrepancias, voces que defienden que es negativo levantar falsos históricos.

Resulta inimaginable en nuestros días redecorar alguna estancia de la famosa Alhambra de Granada con buen gusto y fina integración del diseño; sin embargo hay fotografías del patio de los leones con una graciosa aunque desafortunada intervención restauradora en la que se remató uno de los pabellones con una cúpula al modo de las mil y una noches. Las cosas, una vez puestas en su sitio, son más auténticas cuanto menos traicionan su pasado. La Alhambra, patrimonio de la humanidad, bien de interés cultural, tesoro de los andaluces, debe ser protegido de un modo férreo por los que nos dirigen, sin permitir devaneo alguno con gustos y modas.


Jesús el Rico ante su antigua capilla en Santiago,
antes de desaparecer en los sucesos de 1931.
Fotografía: Diariosur.es


El retablo que podemos observar en las viejas fotos blanquinegras de archivo, donde se rendía culto a Jesús el Rico, gusta menos entre los cofrades. Es lógico: en lugar de ese barroco popular basado en la ornamentación voluptuosa, el antiguo altar es mucho más clasicista y por ende austero; donde querríamos estípites vemos austeras pilastras, y donde Trillo ha imaginado una protuberante decoración antes había un apenas un austero arco protegido por un doselete similar al que encontramos en la capilla de las Ánimas. También es bastante palpable la ausencia de un dorado general para el conjunto; el retablo antiguo combinaba soluciones mucho más modestas, como la pintura de tonos blanquecinos.

Lo que la Junta de Andalucía dispone es, acertadamente, que las nuevas intervenciones se hagan con fidelidad a lo que había. El Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico devuelve a la Iglesia y a las cofradías los inmuebles y las imágenes que restaura en el modo que más se acerca a lo que un día fueron, cuando se las concibió. Aunque desde la Hermandad del Rico se sostenga que el proyecto de nuevo retablo se ajusta a su entorno, no cumple con el requisito específico de reconstruir el altar desaparecido, documentando con planos o fotografías de archivo -de las que se disponen- tal propuesta. Los cofrades somos conscientes de que lo que se desea es un retablo mucho más barroquizante que el original, y ello no es posible por un escenario legal, a todas luces necesario, que conocemos y hemos de respetar.




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18 mar 2011

Las manos de la Esperanza

Manos que tallara Luís Álvarez Duarte en 1969.
Fotografía: azulyplata.net


Ayer, Jueves 17 de Marzo de 2011, en Cabildo General de Hermanos de la Archicofradía del Nazareno del Paso y María Santísima de la Esperanza, se decidió por mayoría de 124 votos a favor, 61 en contra y 1 en blanco, la aceptación de la donación de unas nuevas manos talladas por el imaginero y restaurador Luís Álvarez Duarte, y la consiguiente sustitución de las manos anteriores, obra del mismo artista datada en 1969.


Luís Álvarez Duarte talló las manos que todavía ostenta la Virgen de la Esperanza cuando contaba con tan sólo 19 años, en un proceso llamado entonces de restauración que trataba de paliar una demora quizá demasiado extensa sobre el precario estado de la talla; no deja de ser sorprendente que una cofradía cuya titular mariana posee un seguimiento devocional tan importante depositase entonces su confianza, casi ciega, en un imaginero incipiente. No obstante, y a pesar de las críticas que han despertado a lo largo de los años determinados aspectos de aquella intervención, el resultado global se vio como satisfactorio. Para los de mi generación, esa es la Virgen de la Esperanza que hemos conocido; con el atrezzo proporcionado bajo el cariño inmenso de Lola Carrera y las manos expertas como vestidor de Manolo Mendoza, la estampa de la imagen retocada por Duarte satisfizo al cofrade medio en los setenta y los ochenta.

Mucho se ha discutido sobre la autoría de la auténtica policromía de la Esperanza; el propio Duarte ha proporcionado versiones diferentes, acerca, respectivamente, de haber respetado íntegramente la original o de haber repolicromado la imagen. Es más fácil inclinarse hacia esto último si se consideran apreciaciones tan sólidas como las del profesor Juan Antonio Sánchez López, y no es demasiado difícil advertir que la belleza de tonalidad morena suave -tal y como en algún momento ha descrito el propio imaginero y ahora restaurador- corresponde a modelos estéticos más imperantes en el siglo XX que en la centuria de la que procede la Esperanza, probablemente el XVII o el XVIII. En las fotografías de archivo, en blanco y negro, se hace casi imposible discernir cuestiones tan minuciosas, pero parece lógico atribuirle a la imagen un cromatismo más claro y con otras carnaciones en épocas pretéritas.

Cuando Duarte retocó a la Esperanza también anatomizó el cuello, retallándolo y policromándolo de cero; con el tiempo esa zona de la escultura fue virando su color de un modo extraño, pareciendo algo más verdoso que el resto de la cabeza. Aparecieron grietas y otros pequeños daños razonables en imágenes de vestir que mutan su atuendo varias veces en el año. Se hicieron otras restauraciones que aplicaron métodos discutibles sobre la imagen -como las ceras naturales que daban unos brillos y reflejos extrañísimos-, de manera que la Esperanza ha llegado al siglo XXI con la necesidad imperiosa de volver a ser intervenida.

Esta última restauración es reciente, y fue ampliamente debatida no ya sólo en el seno de la Archicofradía sino en el espectro de la Málaga cofrade en general a través de los cauces que proporcionan las tecnologías de la información. Pesaba mucho el hecho evidente de que un alto porcentaje de cofrades no considera a Álvarez Duarte restaurador, en virtud a determinadas intervenciones que no han hecho sino modificar sustancialmente la talla original -imágenes de autores anónimos del barroco malagueño que no conservan su impronta primigenia-, frente a otro grueso bloque que confiaba totalmente en su plenitud actual como imaginero y restaurador. En la hermandad también se comprobaron estos dos posicionamientos, aunque en cabildo de hermanos pesó mucho más la confianza en el artista. De hecho, se desestimó un conveniente estudio estratigráfico previo que aconsejara acerca de qué conservar en la imagen. A veces pienso que las cofradías temen las verdaderas restauraciones -en mi opinión aquellas llevadas a cabo por profesionales no artistas- en cuanto que arriesgan mucho: Podrían encontrarse con una imagen diferente -véase lo difícil que ha sido asumir la coloratura del Cristo de Ánimas de Ciegos, así como el aspecto final del Cristo de la Salud y las Aguas-.

El imaginero sevillano, en carta a los hermanos de la Esperanza leída en cabildo, confiesa que en todos estos años ha deseado sustituir las manos que gubió, ya que ahora -en su madurez creativa- las considera muy inferiores a la calidad artística de la imagen. Ese argumento, que parece lógico, subraya una tendencia fácil a pensar que estas nuevas extremidades mejoran las anteriores, las superan artísticamente. Sin embargo, estas nuevas piezas me han decepcionado. Son excesivamente manieristas; es decir, presentan una postura forzada (sobre todo en los dedos índice y corazón, que se separan de una manera artificiosa) y una estilización un tanto innatural (muy visible en las falanges finales de cada dedo), además de cierta desproporción entre algunos dedos y entre estos y la mano, dotando de un aspecto gordezuelo a determinadas zonas, y rehundiendo más de lo conveniente la zona de los nudillos. Todos estos aspectos no saltan a la vista tras un primer examen; pero estoy convencido de que las manos que deban completar definitivamente a la imagen de María Santísima de la Esperanza no son estas, por sus imperfecciones. Las manos anteriores, y aceptando que no son las mejores posibles, poseen una mejor armonía integral, son más gráciles y naturales.

Sumemos el hecho de que las manos de la Esperanza, las que a día de hoy todavía presenta en su altar, llevan cuatro décadas definiendo parte de la estética de la imagen. Han sido depositarias de la devoción y el afecto, y se habían acomodado perfectamente.

Luego está el asunto de la donación condicionada. Desde el momento en que el imaginero, tan respetado y querido en la Archicofradía, declara que hará la donación de las manos (recordemos que no responden a un encargo expreso) si y sólo si la hermandad asume utilizarlas e implementarlas en la imagen, se produce una gran diatriba. Es difícil procesar todo esto de otro modo: los hermanos, que consideran que deben mucho a Álvarez Duarte en cuanto a la impronta de la imagen, y que han confiado plenamente en él hasta el punto de trasladarla al estudio del imaginero en Sevilla, aceptan la donación dando como certeras las consideraciones del autor hacia su propia evolución. De otra forma, rechazar las nuevas manos podrían ser entendidas por el escultor como agravio. Estos aspectos han derivado en la ausencia de debate artístico sobre la calidad de las piezas, que han sido recibidas como buenas en primera instancia.


11 mar 2011

las cabañuelas

Fotografía: Autor blog.

Me fastidian, me producen sopor y me irrita que se les dedique tanta atención informativa. Es de rigor que, año tras año, las tertulias cofrades radiadas hagan un punto y aparte para hablar de las cabañuelas. La mayoría de las veces incluso abriendo temporada de cuaresma; así nos aguan hasta el miércoles de ceniza con tan agoreros presagios. Todos los años, de una fuente o de otra, nos cae encima el mismo titular, como un chaparrón: "Las cabañuelas dan agua para Semana Santa". A eso sumémosle el comentario jocoso de algunos familiares, amigos y conocidos que, teniéndote por capillita consumado, mencionan el articulillo apenas ojeado en el periódico local y te recuerdan la sombra alargada de las cabañuelas. En días venideros: "Este año veremos a ver si no se mojan los santos".

Imagino que hacer las cabañuelas tiene su encanto. Como Rómulo y Remo antes de fundar Roma, mirando al cielo en pos de los augurios, la gente del campo analiza cada señal de la naturaleza: desde la forma de las nubes (en un atávico test de Roscharch) hasta el baño de los palomos, el orejeo de las mulas o la aparición de hormigas aladas durante el mes de agosto. Todo ello muy romántico. Sin embargo...

Al final, como todos sabemos, todo se reduce a una imposible combinación de datos de última hora, procedente de radares aéreos, que nos aconsejan o no poner las procesiones en la calle. Aunque el nubarrón se encuentre instalado desde las primeras horas de la mañana, todo es incierto hasta que los meteorólogos -los verdaderos amos del cotarro en estas cuestiones- nos digan -en los últimos minutos, cuando todo el mundo se ha puesto el capirote- si se prevén chubascos a según qué hora de la madrugada. O sea, que paso de las cabañuelas.

10 mar 2011

el risco del Nazareno

Altar de cultos del Nazareno del Paso.
Fotografía: azulyplata.net
Mi miércoles de ceniza es en la Esperanza; allí resuenan las canciones lentas y manidas de siempre -lo cual, lejos de molestarme resulta gratificante por cuanto reavivan las cuaresmas del pasado-.

Allí me espera el Nazareno, con la misma majestad; pero este año tal y como sus hermanos albaceas han pensado conforme a la disposición de la imagen para la exposición sobre Benlliure, ya cancelada. El lugar, el que se probó en primera instancia cuando la basílica acogió a la Virgen de los Dolores -la del Puente- en su transitar camino de la Coronación canónica-. El último intercolumnio a la izquierda del altar mayor. Donde sin duda yo le construiría una capilla de culto al Nazareno -una hermosa capilla sacramental, donde tenerlo más cerca-.

Qué buen hacer ese risco de corcho, hiedra, musgo, romero, pita y siemprevivas, que nos acercan más al Calvario. Qué inevitable belleza serena la de esa túnica lisa y esa cruz plana sin adornos.

4 mar 2011

el primer viernes de marzo

Manos de Jesús del Rescate.
Fotografía: Autor blog.
Dependiendo del calendario lunar, ese que tanto fastidia a muchos -esas graciosas conversaciones sobre la incomodidad de que la Semana Santa sea una fiesta móvil en el calendario y de lo oportuno que sería acomodarla de otro modo...-, nuestra cuaresma tiene su pistoletazo de salida bien en el Miércoles de Ceniza (ajustándose al modo canónico) o bien en el día de Medinaceli. Este año la primera luna llena de primavera se nos retrasa tanto que el rito -alitúrgico- de las tres monedas se nos adelanta al de la imposición cineraria.

A mí particularmente me encanta ese día. Las colas en calle Granada, los tenderetes de estampitas y menudencias, la picaresca de los que hacen lo que sea por colarse, el sahumerio del incienso malo en la calle... Santiago de bote en bote y el Señor de Medinaceli -con su retablo repintado de purpurina y el encanto de los altares montados con intuición femenina- esperando los tres ruegos de cada uno. Las cofradías de la Sentencia y El Rico sacando pecho, esto es, dando lo mejor de sí mismas y aprovechando el tirón de la jornada; la Virgen de las Ánimas -tan fascinante siempre- con su triste retahíla de velas eléctricas en remedo de aquellas maravillosas y tremendas luminarias de aceite y mariposas...

Me gusta pensarme y repensarme bien lo que pido. Siempre recuerdo otros años, de adolescente, en los que uno de los favores se iba en pedir que no lloviera -aunque nunca llevé huevos a las monjas-, costumbre que perdí con los años de la sequía en los noventa. Ahora disfruto casi con la misma intensidad y, eso sí, con las mismas personas -y alguna recién llegada-, el primer viernes de marzo.

Hago un esfuerzo -pequeñito- y subo también al Señor del Rescate, al que gusta verlo en su relicario a pie de calle. Recuerdo perfectamente cuando no tenía las manos atadas; Lastrucci lo imaginó como a otro prendimiento que tallase en esos años: A punto de ser llevado, pero justo un momento antes. Eso me lleva también a cuando me montaban los tronos en el patio del colegio -sí, cuando la Casa Hermandad no daba tanto de sí-. Qué recreos aquellos, enteros, en ver cómo se iza un palio o se acoplan unos varales. Ahora no existen -casi- los tinglaos, y con ellos también se fue una manera distinta de presagiar la Semana Santa.