Lágrimas y Favores. Fotografía: Pedro Enrique Alarcón. |
¿Qué se podría decir, tras la interminable letanía de predicciones -chubascos, chubascos dispersos, chubasquillos, borrascas, frentes nubosos- y las cuatro gotas del Sábado? Pues que ni se desayuna uno tranquilo ni prepara el uniforme capillita con el esmero de siempre. Y eso que andaba todo controlado: el incienso encendido desde las nueve de la mañana, Amarguras y torrijas de confianza en la cocina, amén de un cafelito bien servido, la dosis recomendable de relajante muscular -amigo de la ciática que es uno- y dos bonitas corbatas compradas el sábado. Tratando de estar en todo, entre torrija y afeitado lee uno doscientos mensajes iguales con eso de que ya es Domingo de Ramos. Y el nublao, ahí afuera, para multiplicar por dos el efecto del café y enervar un poquito las ganas. Qué leches, que me voy enterando de que en San Juan se están formando y que en Parras ni se lo van a pensar... Este año, lanzados. Y que sea la Providencia quien decida.
Con niños pequeños lo natural es buscar la Pollinica antes que nada; pero hago trampas y guío al personal para ver salir a la Niña de San Juan de Calderón de la Barca. Es decir la Niña de San Juan y se me repiten en los adentros esas cinco palabras con el tono más castizo, más forzado, más malagueño posible. Y a sabiendas de que nuestro pregonero del año pasado, exportador del acentazo malaguita llevado a sus últimas consecuencias, debe andar cerca, a punto estoy de explicarle a mi sobrina -que todavía quiere más nazarenos, ahora que le ha pillado el truco a eso de darles la mano- de que el capataz es el gato con botas. Pero me centro en mi particular catequesis para que la niña sepa lo que es un palio, y el primer suspiro de la certeza -de a ver quién me estropea a mí la mañana- se me va enredado en la espiral de flores de las ánforas.
En el Pasillo de Santa Isabel nos entrenamos en el arte sibarita de la discusión: Señoras que pretenden reservar la visibilidad de todo el ancho de la calle por haber puesto los pies en el bordillo de la acera. Filigrana de mire usted lo que llevamos esperando, mire usted que la calle es de todos y mire usted qué pocas procesiones llevará en el cuerpo que no sabe de verdad cómo se toma la calle para ver procesiones.
Damos ánimos a un amiguito de la niña que va de faraoncito, muy serio, muy consciente de que llevar una palma delante del Señor no es cosa de juego. Así quisiera ver yo a más de uno llevando las insignias, que vaya posturitas se acaban viendo a lo largo del día... Como la Pollinica viene tan cansina, tan lenta, retornamos a calle Nueva, y luego a Félix Sáenz, y luego a Sagasta. Porque no hay nada como ver a una cofradía entregada hasta el último hueso para resplandecer. Los hombres de trono de Lágrimas y Favores me vienen muy ensayados, muy leídos y estudiados, y a cada marcha le saben hacer una virguería, arrancándole a la gente el amor intrépido -porque aquí, en Málaga, los amores y las devociones, muy rápido, vienen y van-. Qué bueno que nos pique el sol al lado del Mercado Central, viéndole brillar ese cúmulo de ornamentos; porque se podría decir que esta Virgen lo lleva todo: arbotantes, faroles -más chicos y más grandes-, capillas y capillones, y un cajillo que es un oleaje de cornisas. Es Domingo de Ramos y no hace falta ser pitiminí, se le perdona la falta de purismo, y nos gusta -mucho- la Niña de San Juan en la calle.
Ya en la Alameda esperamos encontrar esa estampa de toda la vida, la del paso pollinico en olor de multitudes, la de la música fulgurante y algún himno cantado. Pero me amargan con un pulso, inesperado, desconcertante; y luego atraviesan la desorbitada bóveda de ficus sin más gracia que un redoble de tambor. Se me viene un tufillo de desgana, o de prisa, o de vaya usted a saber qué. Queda mucha tarde.
.
Que los "pollinicos" tienen un problema es algo algo que ellos mismos saben, y que tras el encierro los mismos portadores te trasmiten con caras abatidas y desencajadas. Lo que no logro entender es que no lo solucionen con anterioridad, y no a toro pasado. Se puede tener un año "malo", claro que sí, peor no puede convertirse en la tónica de la Cofradía, cada vez para mí, mas prescindible.
ResponderEliminarCon qué facilidad se ha llevado "la niña de Zan Guán" todo el protagonismo de la mañana de Ramos. Y aunque uno no le tenga demasiado apego o devoción, es un gusto ver cómo se esfuerzan por hacer de su procesión algo con personalidad y que sea una fantástica puesta en escena, como bien domina su hermano mas famoso.