3 mar 2012

Súper Hermandades

Trono de la Soledad del Sepulcro. Fotografía: Álvaro Simón Quero.

Hemos crecido con la firme creencia de que esta Semana Santa, la que conocemos, se rige de forma democrática. Los que nacimos durante la transición no conocemos más Semana Santa que ésta. Asentada desde su más cercano renacimiento -tras la crisis de participación de los 70, eso de la era dorada de los años 80 y 90 que se tenía siempre en la boca-, esta Semana Santa tiene una visión de su funcionamiento que remeda, como espejo, al de la sociedad. Como cualquier otra asociación de civiles, las cofradías y hermandades se rigen por unos estatutos que, no ya a nivel eclesiástico sino al que la Constitución nos reclama a todos, tienen su razón de ser en la democracia. Al ser la Agrupación de Cofradías un órgano que reúne a las corporaciones de penitencia y regirse también por unos estatutos, esto de la democracia también se le presupone.

Pilar fundamental sine qua non, la igualdad. Irrenunciable para la vida ciudadana toda vez que, con la ley en la mano, no puede sino avanzarse en su garantía. Para el cristiano, además, ese principio tiene un valor catequético y moral, y habría de florecer de manera natural regado por la caridad y el amor al prójimo. Sin conciencia de igualdad no hay auténtica democracia, ni auténtica afección al Evangelio.

Por todo esto resulta tan indigna la propuesta de cinco hermandades señeras de alzar su voz, en solución de continuidad, por encima de las demás. Desean, tal y como parece deducirse de una propuesta que definen como constructiva, formar parte de la Junta permanente de la Agrupación de Cofradías, tener un puesto de relevancia, que se las tenga mucho más en cuenta. Una de las actitudes al conocer esta noticia,  sería ponerla en cuarentena. No sería la primera vez que el relato supere al hecho noticiable, y menos en alguna publicación de las que tanto deleite encuentran en la subjetiva y parcial concepción de la información. Sin embargo, ya que las reacciones se vinieron produciendo a lo largo de toda la jornada, y puesto que los silencios provinieron tan sólo de los propios interesados, esta situación merece una glosa.

¿Qué criterio han seguido estas cofradías, que juntas reúnen los honores de Pontificia, Real, Antigua, Ilustre o Venerable? ¿Qué esgrimen para sentirse en la convicción de que debieran ostentar para siempre una batuta que las diferencie del resto? ¿Por qué erigirse ahora en una aristocracia? ¿Hay nobleza de sangre también entre las cofradías de penitencia? El poder de convocatoria. Al parecer, es un hecho constatable que Esperanza, Expiración, Estudiantes, Paloma y Sepulcro reúnen a más publico en torno suyo que Cautivo, Rocío o Mena, por poner sólo tres ejemplos. Y que, también al parecer, este hecho constatable les otorga un derecho.

La manera escorzada a propósito con que se ha argumentado la propuesta, por su ambigüedad manifiesta, se tuerce hacia la exigencia intolerable. ¿Qué tendrían que decir al respecto las Cofradías de mayor antigüedad fundacional, no pensarían que se les arrebata una posición de privilegio? ¿Y aquellas que tuvieron un importante papel emprendedor -como la Sangre- en la génesis de la propia agrupación, allá por los años 20? ¿Y esas otras hermandades que, sin el olor de la antigüedad, hacen un encomiable esfuerzo en cuanto a labor social, no se encontrarían agraviadas?

Se consideran una élite; para el bien de todos, sabiéndose los mejores -como unos aristoi del siglo XXI-, estiman que será positivo alzarse sobre las demás voces, de forma perpetua, hereditaria. Y nos recuerdan a esos, también cinco, países miembros permanentes del consejo de seguridad de las Naciones Unidas, que haciendo uso de su derecho, vetan las decisiones que les resultan más incómodas. Aunque a eso se le llame principio de unidad de las potencias. Lo que sólo nos lleva a preguntarnos: ¿Qué uso querrían darle a ese poder, a la prebenda de tener siempre una voz preeminente? ¿Qué decisiones tendrían interés en tumbar, dado el caso, si llegasen a conseguir la capacidad de tener la última palabra? ¿A qué temen?





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