16 oct 2012

¿Cómo podrían celebrar las cofradías el Año de la Fe?

Fotografía: Álvaro Simón Quero.

“Hay muchos sedientos de Dios, que desean saciar su sed, como la samaritana; también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús”.
(homilía de Jesús Catalá en la apertura del Año de la Fe).


Es tiempo de hacerse preguntas; de plantearse si lo que las cofradías pueden ofrecer a la Iglesia es lo que Ésta necesita de ellas. Al tener las primeras noticias de las celebraciones del Año de la Fe, en seguida fantaseamos con la idea de otra procesión extraordinaria. El Via Crucis Jubilar, apabullante éxito de organización y resultado, nos inspiraría con facilidad. Y no es descabellado; tal es la grandeza de lo que se celebra.

Pero, ¿no sería ocasión de volver a beber de la fuente que es Cristo? Por unos días, que las cofradías sepan renunciar al boato y al oropel. Que hagan de la próxima Cuaresma una ocasión para situar el norte en Jesús. Celebremos la Fe en el templo. Con ello no digo que las cofradías, con sus inherentes cualidades, no aporten aquello más preciado que poseen. Sólo planteo: ¿Qué tal deshacerse por una vez de nuestra retórica?

Llevemos nuestras imágenes al templo sin alharacas, música ni adorno. Por el camino más corto. Llenemos las catorce capillas que -sin contar la del Santísimo- posee la Catedral de la Encarnación. Con la devoción profunda en cada uno de los misterios de la Pasión -pues al fin y al cabo son el discurso con que queremos evangelizar-. Pero desnudemos la Pasión de bordado, orfebrería o cualquier otra distracción. Permanezcamos allí el tiempo suficiente -no una procesión efímera de un día, que podría disolver su espíritu en la algarabía de la calle-. Démonos a conocer a los que recelan de nosotros, tendamos puentes. En definitiva, invitemos de corazón a las demás comunidades cristianas de la diócesis que recen con nosotros el Camino de la Cruz.





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