9 abr 2011

Bordando la Historia

Manto de María Stma. de los Dolores Coronada
Fotografía: AzulyPlata.net

La cercanía en el tiempo y el apabullamiento que ha podido suponer quizá no nos permitan valorar en su justa medida las dimensiones que tiene, hasta un punto asombroso, esta Semana Mayor de grandes y encomiables estrenos en el terreno del bordado. En primer lugar, y por ser tiempos de crisis, por aquello de la permanente activación de un campo profesional que da de comer a un buen puñado de familias malagueñas. Ya nos habría gustado que en los medios de comunicación de más difusión en nuestra ciudad hubiesen atinado al máximo con sus titulares: Esto es, haciendo referencia no tanto ya a los kilogramos de oro utilizados -una referencia a mi parecer inconveniente incluso desde la propia cofradía- como al tiempo de contrato en nómina que estos encargos de altísimo relieve han supuesto para los artesanos locales. No hace tanto que en Málaga sólo bordaba en oro Juan Rosén. De ese momento todos recordamos la actitud general de aquellas hermandades (la mayoría) que debían salir a buscar fuera lo que mejor se ajustara a sus deseos. Hoy no hay más que darse una vuelta por los talleres de bordado para comprobar que cada vez son más las virtuosas manos que tejen con puntadas expertas el recamado de nuestras imágenes.

El futuro parece prometedor. Hay mucha juventud ocupada en esos talleres: Los de empleo de la hermandad del Prendimiento dan cabida a estudiantes que acaban de finalizar ESO y que en otra época no habrían hallado una salida fácil a sus inquietudes; se les forma en aspectos artísticos y se les avanza una técnica del diseño que de otro modo no se impartiría en ningún circuito educativo de los que oficialmente se ofertan. Paradójicamente, también se proporciona trabajo a colectivos que suelen encontrarse en los parámetros de los riesgos de exclusión: las mujeres y las personas de edad avanzada. Con naturalidad, aquellos y estos, unas y otros, comparten grandes bastidores y divisan un horizonte brillante como el hilo que pasa entre sus dedos. Desconozco la situación laboral de la mayoría de esas personas, pero de todos es conocido que para implantar esos centros productores de artesanía es necesario atenerse completamente a una legalidad que asegure unas exigencias determinadas. Las cofradías, quedándose en la ciudad y sus talleres, promocionan a toda esa generación y promueven el cambio, son el empuje sine qua non para esta edad de oro.

¿Quién habría imaginado si no que unos talleres malagueños habrían pasado a un nuevo terciopelo los grandes mantos de Gracia y Dolores Coronada? ¿O que en ellos habrían visto la luz estos nuevos mantos, el de la Soledad y el de Lágrimas y Favores?


Manto restaurado, pasado a un nuevo terciopelo, enriquecido y ampliado, de María Santísima de Gracia.

Manto de María Stma. de Gracia
Fotografía: AzulyPlata.net

En el primero de los casos, y gracias a la pericia del obrador de Joaquín Salcedo, recuperamos el esplendor de una de esas fastuosas piezas pergeñadas por Juan Casielles y que todos retenemos como un verdadero paradigma estético, todavía vigente, una referencia de un periodo de brillantez en una Semana Santa que apuntaba muy alto. Y que, con el tiempo, ha envejecido. Desde 1962 ha llovido lo suficiente como para que ese manto de las monjas de San Carlos manifestase síntomas de deterioro evidentes. Las piezas, una vez limpias y reparadas, vuelven a recubrir por entero el alzacola de la Virgen de calle Agua.

El único aspecto en que difiero, y aquí se me pondrían en contra una considerable mayoría de cofrades, es en el enriquecimiento que se ha aplicado con multitud de tallos y caulículos que salpican y acaban por conferir un lustre nuevo y embriagador al manto. A mi entender, el bordado nunca será reconocido como obra de arte -y puedo ejemplificar con varias piezas maravillosas esta creencia- hasta que no dejemos de considerar que determinadas piezas emblemáticas son “mejorables”. Dejarse llevar por un enfermizo horror vacui, que se yuxtapone y pisa sobre un horro vacui anterior, entender como necesario el rellenar los vacíos decorativos del bordado original, es comparable a introducir acordes donde un compositor determinó silencio. Porque el vacío, como el silencio, es necesario al lado del ornamento, para ponerlo en valor. Ampliar con una cenefa exterior ese manto responde, también, a ese empeño megalómano tan nuestro de que todo puede ser un poquito más grande.

Manto restaurado y pasado a un nuevo terciopelo de María Santísima de los Dolores Coronada.

Manto de María Stma. de los Dolores Coronada
Fotografía: AzulyPlata.net

Sin duda el reestreno que concitaba, desde el principio, toda nuestra atención. No hace ni un año que me disgustaba oír del máximo representante de la Archicofradía perchelera que el trabajo se adjudicaría sólo a aquel taller que comprometiese su labor a los meses comprendidos entre una y otra Semana Santa. En aquel momento pensé que hipotecar de esa forma una decisión histórica podía pasar factura a la pieza; la premisa podía dejar fuera a los talleres más adecuados para su ejecución. Y quizá esa premisa brindó la oportunidad al taller de Felicitación Gaviero, que ha resultado responder de un modo exquisito a las exigencias de tamaño proyecto. Quedar bajo la tutela del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico ha preservado para generaciones futuras un ejemplar que es referencia simbólica de todo nuestro patrimonio; y lo que es mejor, esa preservación nos lo presenta tal y como fue concebido, sin añadidos ni mejoras.

La planimetría empleada contaba con fotografías a escala natural del bordado original, lo que se hizo indispensable para reubicar cada minúscula pieza donde correspondía; la tutela de los equipos de restauración del IAPH convino con el taller todas y cada una de las decisiones sobre qué piezas reparar y cuáles volver a realizar ex novo. De este modo sólo el uno por ciento del total de esas 4.028 piezas hubieron de ser bordadas de nuevo, especialmente aquellas que quedaron deshechas tras las nefastas inundaciones de 1989, que tanto afectaron a la Casa Hermandad de la Expiración. Al recortar las piezas de cartulina -probablemente las más delicadas del manto- se procuró tanto mimo que no se hizo necesario perfilar de nuevo ni una sola de ellas, depositándolas en el vergel aurífero tal y como Esperanza Elena Caro las dispusiera en 1953.

Comprobando este alarde de investigación científica -se analizó el estado de la urdimbre de terciopelo, y hasta la calidad del hilo empleado para usar el más similar posible-, añoro volver unos años atrás, a devolverle a Teresa de la Linde la gloria merecida por aquella preciosa túnica de cola de Jesús de la Puente. Recordemos que un buen día los cofrades de la Paloma decidieron reconvertirla en una túnica talar, acortada hasta la altura de los tobillos, y que para ello desplazaron buena parte de sus dieciochescos bordados al entonces nuevo guión procesional. Quizá nunca sea del todo tarde para restituir el honor a una de las pocas bordadoras malagueñas del pasado de la que queda constancia documental.

Nuevo manto para Nuestra Señora de la Soledad.

Manto de Ntra. Sra. de la Soledad
Fotografía: AzulyPlata.net

La historia hará justicia y todos olvidaremos las macrocifras que tanto emborronan el arte; los kilos de oro utilizados, los kilos totales de peso estimado para la pieza. Aclaraciones que endulzan el paladar de los más curiosos, como el del turista que goza sabiendo que el patio de los leones se rodea de cientoveinticuatro columnas de mármol.

Este manto, de diseño hiperbólico, es la perfecta continuación de un todo estético concebido por Jesús Castellanos Guerrero y que acaba de asentar, seguramente para siempre, un estilo voluminoso y pesado que define buena parte de nuestro procesionismo. En la última década Castellanos ha encarnado precisamente la tabla de salvación de esas cofradías con tronos de posguerra que evidenciaban grandes carencias artísticas pero que, sin embargo, se sentían herederas de un momento histórico y garantes de una estética que muchos entienden como identitaria. Ha rediseñado para ellas los volúmenes tan personales de aquellos tronos escenográficamente eficaces, ha versionado sus trazas y les ha devuelto la ilusión a base de propuestas respetuosas con el pasado pero que afinan en una concepción mucho más pormenorizada y cuidadosa.

Concibe y dibuja un entramado de tallos y hojarascas de unas proporciones sin mesura, alocadamente vigorosas, que sólo son asumibles inmersas en el conjunto de ese trono, ya de por sí grandilocuente respecto a la dolorosa que cobija. El taller de Salvador Oliver ha propiciado una interpretación meticulosa y detallista, que no se ha dejado arrastrar por la innegablemente abrumadora visión general, aportando un nivel de variedad cromática y técnica que enriquece el resultado y lo pone al nivel de grandes piezas del bordado andaluz. Resaltaría, por sus calidades, el ánfora central, un auténtico alarde de preciosismo dotado de cualidades pseudoescultóricas.

Nuevo manto para María Santísima de Lágrimas y Favores.

Manto de María Stma. de Lágrimas y Favores
Fotografía: MiPropioSentir.net

El de la sagrada Titular de Fusionadas es un manto innovador; se asume inscrito en un compendio estético plagado de experimentos, quizá alentados por la euforia del mecenazgo, y la visión final es la de un conjunto variopinto, ecléctico y no del todo armonioso. Es indudable la vistosidad de este retablo callejero en las mañanas del Domingo de Ramos, que con su profusa ornamentación concita el entusiasmo de los cofrades, y quizá su defecto sea también su virtud -pues la falta de contención y el entusiasmo compositivo inconexo y espontáneo consiguen también un efecto teatral maravilloso a pie de calle.

Es encomiable, no obstante, el trabajo entregado y comprometido del taller de José Miguel Moreno, que ha dado lugar a la realización de ésta y otras piezas de singular envergadura para la misma Hermandad, en un plazo relativamente escueto de tiempo. El manto de la popular dolorosa -que se ha hecho con la jornada de apertura de nuestras procesiones con una facilidad pasmosa- presenta una composición en abanico, quizá el mayor acierto de su diseño, toda vez que el dibujo se extiende de forma gradual desde el eje fundamental (las sienes de la imagen, donde se ciñe la corona) hacia los extremos en derredor del borde. Esto denota un alto interés previo en la funcionalidad de la pieza, ya que considera como factor fundamental de la misma su adecuación a los pliegues naturales de la prenda. La caída del manto, en la deseada visión trasera del conjunto, resultará del todo natural.



Sea esta la semblanza de una cuaresma, como pocas, hilvanada de grandes estrenos. Sea también una página escrita desde la confianza en lo propio y la aceptación de un desafío. Hoy los obradores malagueños de bordado en oro deben imaginar metas mayores... ¿Es materialmente posible? Las cofradías del futuro nos lo dirán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario