19 abr 2011

Sahumerio del Lunes Santo

El conjunto más elegante del Lunes Santo; Amor Doloroso.
Foto: Álvaro Simón Quero


Si hubiese empezado a escribir esta crónica en la madrugada de anoche, recién llegado a casa con el ánimo abatido y las suelas llenas de barro, mis palabras no tendrían la contención que se exige, y habría perdido el tono. ¿Qué hago yo en un encierro? Y me lo formulaba así, en general, sin hacer distinciones. Hincado en mitad de la marabunta, esperando que llegue una procesión que cuando arriba parece cualquier cosa menos una procesión; sorprendido negativamente por la balconada a rebosar de nazarenitos descapirotados, me llegan los vociferios de un lado y de otro: Ahora porque aquél tiene que cerrar el paraguas, ahora porque se ha escapado un globo; cuando llega el Señor y se le jalea me parece que el público lo contempla en el mismo orden de cosas. En la turbamulta -¿se le podría llamar otra cosa?- la mayoría se divierte con los empujones y el ser racheados por oleadas a raíz de las maniobras de los tronos, mientras al menos dos bandas interpretan sones diferentes dentro y fuera de la Casa Hermandad. Lo que viene siendo ruido. Esa fue mi estampa de Estudiantes, castiza y malagueña como la que más; cofradía a la que siempre procuro ver recién salida y con sol, antes del bombilleo y con el encanto del Císter, sus palacios y sus naranjos. Pero fue imposible, por esa tarde desconcertante y nerviosa, que nos tuvo a todos en un puro vilo.

Bordados y plásticos.
Foto: Álvaro Simón Quero

Y es que pocas cosas nos ponen tan en guardia como la lluvia. Unos, alentando a las cofradías a salir esgrimiendo porcentajes mínimos de agua de aquella o esta página meteorológica más fiable; otros, mucho menos finos, coreando tonterías al pie de unos portones: “Primero la calle, y luego los hermanos”... Algunas decisiones se improvisan sobre la marcha y denotan un estado de inquietud que se contagia a la calle; durante las primeras lloviznas se cambió de intenciones varias veces, de manera que los cortejos caminaban apresurados y sin norte. Incluso se evitaron algunos plásticos necesarios, no se por qué afán de evitar el deslucido o qué orgullo o qué sinrazón, como en el caso de los mantos empapados de Amor Doloroso y Mayor Dolor en su Soledad. El primero de ellos bordado por Salcedo Canca y que es una belleza de diseño.

A los Gitanos se les encuentra en Peña y Mariblanca, muy pendientes al mismo tiempo de la radio y de los tuits de los cofrades, haciendo un seguimiento exhaustivo de las incertidumbres y los cambios surgidos tras los primeros chispeos. Al ver los primeros cubatas en la promesa del Gitano, a las cinco y media de la tarde, la preeminencia del chándal y el cante por rumbeteo que en nada va dirigido al Señor, comentamos cómo eran aquellas otras promesas de los Gitanos, no hace tanto, donde se veían las mejores galas y se cantaban cosas hermosas.

El aguacero nos asalta buscando a Crucifixión por esas calles señoriales de Strachan, Torre de Sandoval, Bolsa... que le sientan tan bien a un conjunto serio y con vocación de penitente. Inevitablemente, y tras haber realizado estación en la Catedral en un horario diferente al previsto, la cofradía no puede sino volver por el camino más corto, olvidando este año la Alameda y recortando por Larios arriba. Buena combinación la de esos claveles de un morado casi magenta con rosas rojas; un monte bien distribuido, con áloe y romero, un poco chato para el todo que no acaba de armonizar la anchura del trono con la proporción del Cristo. En la Virgen, todo muy cuidado, aunque los blancos diferentes de las calas en miniatura del frontal y las orquídeas de las jarras laterales, blancos tan distintos, no convencen. Me habría encantado verlos en Atarazanas, pero no pudo ser.

Ver Pasión accediendo al primer templo por el patio de los naranjos, de esas tradiciones que uno remarca en el itinerario y que sin embargo venía empañada por la premura y el chaparrón. Trato de hacerlo mío, y saludar, como cada año, con un levísimo arqueamiento de ceja, a Pepe Hinojosa, el pertiguero más derecho que he visto en una hermandad, con su efigie salida directamente del siglo XVII y los acólitos que coordina con pértiga firme y órdenes sencillas y certeras. Van precediendo al trono, con las rosas blancas mejor puestas que nunca -en piñas casi cónicas, esbeltas, que dejan ver- y la dolorosa estupendamente tocada.

Más echadas las horas encima, me alegro de las decisiones tomadas por Dolores del Puente y Cautivo, cofradías a las que no querría ver corriendo ni plastificadas. En Santo Domingo, visitando a la Virgen, se encoge el alma con esas imágenes que tanto se buscan en los directos de televisión -el nazareno quinceañero que llora como un magdaleno asido al capirote y al varal del trono, la devota incondicional que no puede apartar las pupilas ni marcharse-. La dolorosa detiene el tiempo si te plantas frente a Ella, e invade la certidumbre onírica de que siempre tuvo ese manto, esa peana de carrete y ese palio, siempre, desde hace siglos, como si fuera posible... Minutos después leo en un tuit la simpática trabazón de palabras de la candidata María Gámez: “Dolores del Templo en la Casa Hermandad”. Para qué añadir más.

Cera rizada de María de la O.
Foto: Álvaro Simón Quero


Al cruzar de nuevo el río me quedo atrapado en el dédalo de callejuelas del entorno de los Mártires, flanqueado por verdaderos taponamientos humanos de considerable espesor; la gente protesta, o se pregunta desconcertada para dónde hay que tirar -el itinerario de papel se convierte en algo inútil-. Cuando, finalmente, consigo cruzar Larios, me hago con una silla en un despiste del vigilante del paso peatonal, porque llega María de la O. “Aprovecha, hombre”, me guiña un convecino a raíz de mi osadía, para luego seguir en la cháchara animada sobre la inconveniencia de llevar velas sevillanas en los tronos. Este y otros son los daños que ha sembrado el periódico que se publicita con su amor por Málaga y sus tradiciones; como lo de los kilos de oro, tan ordinario; o lo del cruce cofrade, tan mal explicado y que ha servido de antesala de la información nacional sobre nuestra Semana Santa. Si todo eso es amar a la ciudad y sus costumbres ancestrales, pues que no la quieran tanto. La primera fila de cirios parece de alabastro, con esa capacidad que tienen los pétalos de las flores de cera para multiplicar y desdoblar la luz dorada. Las dos marías de arriba, con ese encaje perfecto en la candelería, hacen reverberar resplandores maravillosos en la tez moruna de la reina de los calés. Lleva prendidos los corales alrededor del corazón, el puñal muy clavao, casi en el centro, y una colección de rosarios en los brazos que riman con el sinvivir de los más de cien borlones del palio. Pienso que va escandalosa de guapa, y en lo particular que es la belleza de las miradas de las vírgenes de Buiza, con esa espesura de pestañas y esa noche profunda en los ojos. Y pienso en Juan Rosén, y en como siempre ha explicado que la Virgen se viste sola. Es verdad, como le escuché hace poco en la radio, que María de la O está guapísima con sus velas rizás, que no se puede aguantar... Es verdad, y con eso me quedo, antes que recordar cómo acabó la noche.







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2 comentarios:

  1. Hace tiempo que aprendí que lo único que representa a la Semana Santa de Málaga son los Varales con su Campana, la proporción de los desproporcionado netamente barroco, el guión presentado, la mecida y poco más. Lo del guión al hombro de algunas hermandades, si puedo lo evito ver, pero hace tiempo aprendí que somos eclécticos y ahí está nuestra virtud. Como dijo el Pregonero, no debemos imponer sino compartir.
    No veo a mi Virgen de Gracia con Velas Rizadas, al igual que no veo a la Salud sin ellas. Y no veo un encierro del Rescate sin pulsos, aunque desde mi punto de vista siempre pecamos en exceso, pero tampoco veo un pulso para Dolores Coronada. Málaga está llena de Chovinistas y anti-Chovinistas a partes iguales y ni ahora todo van a ser velas rizadas ni todos van a ser tronos como la Esperanza, tenemos de todo, hemos bebido de lo mejor de las tradiciones cofradieras andaluzas, ¡sigamos enriqueciéndonos de ellas!.

    Por otra parte imagino que al Rescate no nos acusas de sevillanismo por que hacemos pulsos, porque si no, con un trono gótico (alejado del trono barroco y desproporcionado malagueño)y un trono de canastillo que bien podría pasar como paso de misterio tendríamos todas las papeletas, pero los talibanes están para lo que están y no hay que hacer caso ninguno de ellos.

    Un saludo desde Alemania. Hoy Martes Santo, trátame bien a mi Rescate que sé que tenemos mucho que mejorar, pero en futuro no muy lejano todo se mejorará, te lo aseguro. Solo espero que la procesión sean nazarenos y tronos, no como otros años que solo hemos tenido tronos y nada más.

    P.D.:hace tiempo que dejé de ir al encierro de estudiantes.Salida y Calle Císter siempre.

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  2. Por cierto, quería decir "no nos acusan" en vez de "no nos acusas" refiriéndome al manido medio malagueño que todos conocemos.

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